El test de Isihara

 El test de Isihara




Tengo que reconocer que este artículo puede ser algo polémico, pero creo que es una consecuencia lógica de la hipótesis sobre la integración anómala de la información en forma de percepción anómala de ciertos fenómenos que ocurren. He estado intentando dar la vuelta a cómo ilustrar bien lo que quiero transmitir. Y se me ha ocurrido algo trasladarlo al tema de la visión, porque muchos testigos de “lo anómalo” refieren haber sido este sentido el que ha predominado en su experiencia. Así que vamos allá: si les intriga el asunto del título, permítanme que se lo explique.

El test de Ishihara es un test que se utiliza para ver y estudiar las alteraciones que podemos tener para ver los colores: lo inventó en la Universidad de Tokio el Dr. Shinobu Ishihara, en 1917: son 38 tarjetas compuestas por círculos con puntos de colores de tamaños aleatorios en su interior, que forman números (normalmente) o laberintos. La primera lámina contiene el número 12, que es visto por todo el mundo y es la lámina que se utiliza como referencia. Si quiere hacer este test on line, le dejo la dirección para que lo realice:


Estos test sobre todo se usan para el famoso caso de los daltónicos, personas que no son capaces de distinguir ciertos colores, y se denomina así por su ilustre descubridor, que además lo padecía, John Dalton, que además era meteorólogo y que trabajó en el modelo atómico. Pero usted se preguntará, ¿y esto qué tiene que ver con la percepción anómala y cuál es esa polémica?.

John Dalton
John Dalton
Como siempre, recuerden que a partir de ahora es sólo mi opinión, y como tal, está sujeta a cualquier crítica, sobre todo si la misma tiene cierta base, pero si no, también hay que aceptarla (otra cosa diferente es que la comparta), así que como siempre digo cuando me meto en algunos berenjenales, es sólo mi opinión:

Me gustaría que hiciéramos un ejercicio de imaginación, como los famosos experimentos mentales que llevaron a Einstein a desarrollar su teoría de la relatividad, e imaginemos que esa capacidad que algunas personas tienen para integrar la información anómala fuera similar al sentido de la vista. Vamos a evitar hablar de los órganos de los sentidos, de las vías que llevan los datos de esos órganos (o lo que puedan ser) hasta los centros de integración, sino que nos centraremos en el proceso de integración, y por eso he empezado a hablar del test de Ishihara. Recuerden que  hemos hecho el ejercicio de tratar esta capacidad para “ver lo anómalo” como si fuera la visión. Entonces, si alguien ve un fenómeno extraño, debe seguir las mismas reglas que cualquier otro sentido, aunque sea tan especial como los que tratamos en este caso.

Si esto es así, si la integración de esa percepción anómala es como cualquier otro estímulo visual, por lo que podremos decir que puede que haya personas que sean ciegas, es decir, que no sean capaces de ver nunca ninguna de esas “visiones” (ya sea por problemas en los órganos sensoriales, en las vías de comunicación o en los centros de integración); también habrá personas que puedan ser miopes o hipermétropes, o astigmáticos, que necesiten algún apoyo externo (como gafas) para ver bien la imagen y no verla distorsionada. Podremos encontrarnos con personas que veían en su momento y por cualquier motivo se vuelven ciegas, etc. Así con todas las variaciones que se les ocurran de problemas de la visión, aplíquelo a todas las casuísticas que aparecen en el mundo de lo anómalo, como por ejemplo que dos personas vean un fenómeno de manera diferente incluso estando juntas, o que una lo vea y la otra no, etc.


Y se preguntará, ¿y lo del daltonismo?: bueno, pues ahora vamos allá, y creo que puede ser polémico: hay cierto grupo de personas que refieren que son capaces de “activar” a voluntad esa capacidad para ver (o si lo prefiere, integrar) estas señales. Y si hemos visto lo anterior, ¿alguien por ejemplo puede dejar a voluntad de ver el color verde?, ¿o alguien a voluntad puede dejar de ver un árbol determinado en el bosque?. En mi opinión creo que no, es decir, las personas que tienen esta capacidad están “condenadas” a ver siempre, de la misma manera que ciertas personas, volviendo al ejemplo de la vista, cuando el oftalmólogo les dilata la pupila, el sol directo les molesta, y la única manera que tiene de evitar el daño es usar gafas de sol.


Puede crear cierta polémica esta reflexión, porque algunos de los autodenominados “sensitivos” dicen ser capaces de no hacer caso o de “apagar” su don. Pero si admitimos que este don funciona de la misma manera que cualquier otro sentido, ¿puede usted a voluntad dejar de leer la letra a en este artículo?. Gracias si ha llegado hasta aquí y hasta la próxima.







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