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Actualmente estamos ante cierta polémica con el uso del cannabis y derivados: siempre en el ojo del huracán, se han empezado a ver diferentes usos de tipo médico más allá del denominado uso recreativo: se ha usado como estimulante del apetito, y también por su efecto ante el dolor: evidentemente tiene otro efecto que creo que todos conocemos, que se denomina la “borrachera cannábica”, sequedad de boca, enrojecimiento ocular, taquicardia, descoordinación, risa incontrolada, problemas de memoria.
Pero llegados a este punto, nos planteamos una pregunta que es inquietante y misteriosa; antes que plantearla necesitamos tener claro un concepto, y es el de receptor. De manera muy escueta , podemos decir que un receptor es una estructura proteica destinada a “reconocer” cierta sustancia y que al ocuparse dispara una serie de mecanismos derivados de esta unión con efectos muy diversos: imaginemos una cerradura y una llave, mientras que la llave no se meta en la cerradura, la puerta que guarda la cerradura permanecerá cerrada y no permitirá que entre nadie.
Bueno, una vez que ya hemos contado el rollo bioquímico, la pregunta que subyace en el fondo es la siguiente: si sabemos que el cannabis induce una especie de integración de mala calidad de las señales, por ejemplo, a nivel de la memoria, y que en algunos casos su consumo excesivo se asocia a patologías mentales, la pregunta que nos queda en el aire es la siguiente: ¿qué funciones tienen estos endocannabinoides en el ser humano?, pues de nuevo llegamos a la conciencia, a los estados alterados de la misma.
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