La noche oscura del alma

 La noche oscura del alma


                                        En una noche oscura

                                        con ansias en amores inflamada

                                        ¡oh dichosa ventura!

                                        salí sin ser notada

                                        estando ya mi casa sosegada


Quizás uno de los máximos exponentes de la literatura mística española es San Juan de la Cruz, el fundador de la orden de los Carmelitas Descalzos. Para algunos autores sus poemas son la cumbre de la lírica española (entre ellos a T.S. Elliot), y de todos ellos quizás el más importante sea Noche oscura del Alma.

En este poema San Juan de la Cruz describe mediante una curiosa metáfora, la unión de una mujer con su amante, pero en realidad lo que describía era la unión de su alma con Dios. Aunque ha sido analizado desde muchos puntos de vista, e incluso Jung lo usó para describir parte de la psicopatía, me ha parecido interesante hacerlo desde otro punto de vista. Y esto ocurre por un Post del Dr. Baars, que apoya la idea de la conciencia como campo de trabajo, como si fuera un teatro donde la conciencia es el foco que apunta al protagonista dentro de los innumerables procesos no conscientes que llevamos a cabo:



Existen innumerables análisis de todo tipo sobre esta obra de San Juan de la Cruz específicamente, quizás una de las más interesantes es la que habla de las tres vías del proceso místico: la vía purgativa, la iluminativa y la unitiva; no soy un experto en el tema literario y su análisis, pero como siempre se dice que la mirada del observador genera la integración, vamos a ver este proceso dentro de otro prisma.

No vamos a entrar en el concepto puro de los éxtasis místicos, y su posible relación con las famosas epilepsias del lóbulo temporal, pero hay algo que sí me interesa mucho y es el relacionar estas vías con las posibles hipótesis de la conciencia, y podemos ver cuál es la que mejor puede explicar el proceso místico: podemos comenzar con la hipótesis materialista de la conciencia, la que dice que la conciencia no es más que un producto de la actividad cerebral: en este caso, como decíamos, puede que la explicación a los éxtasis místicos se deban a las sensaciones de tipo religioso que ocurren con ciertos tipos de epilepsias que afectan sobre todo al lóbulo temporal. De hecho, es esta característica en la que se basa el denominado “casco de Dios” para simular estar en presencia de una deidad.


Pero el problema que se me plantea en este sentido es que las experiencias místicas son mucho más ricas y elaboradas que lo obtenido por este dispositivo; además, este proceso biológico no podría explicar ciertas características que tienen estos “viajes místicos”, donde se es capaz de predecir el futuro o ver cosas en la distancia (no hablamos de las famosas bilocaciones, con el ejemplo de la Dama de Azul como exponente máximo o el caso de San Martín de Porres, Fray Escoba).

La hipótesis idealista de la conciencia aunque inicialmente podría parecer que explicaría de manera correcta estos fenómenos, en mi opinión tiene el problema de las fases que sigue este proceso: si tal como dice la hipótesis nuestra conciencia crea la realidad (no la interpreta, o la moldea, sino que la crea), entonces no tendría demasiado sentido ese momento “abandono” del alma del cuerpo material, porque en sí el cuerpo no es más que el envoltorio de la conciencia, las fases deberían estar invertidas, es decir, que la experiencia mística en sí debería ser la integración o la creación de la realidad por parte de la conciencia.


Así que, en mi opinión, sólo nos queda una hipótesis que pueda explicar de manera fehaciente el proceso de éxtasis místico, que si lo analizan de manera aséptica no es más que una experiencia extracorpórea: y es la hipótesis dualista de la conciencia: recordemos que básicamente en esta hipótesis se postula que la conciencia se “deposita” en nuestro cuerpo, y por lo tanto, puede existir alguna manera de romper esta unión, aunque sea de manera temporal, y que dé lugar a una experiencia consciente de la experiencia.


Pero como siempre, nos quedan muchas preguntas que contestar, y cuando alguna se contesta nos proporciona nuevos interrogantes: ¿cómo se produce ese desacople entre la parte biológica y la parte no biológica de la conciencia?, ¿cómo se produce el regreso de la conciencia al cuerpo?, ¿cómo se producen los recuerdos de estas experiencias si no hay sustrato biológico para crear el recuerdo?, ¿cómo funcionan los órganos de los sentidos si éstos se “han quedado” en el cuerpo físico?. Como ven, cada vez tenemos nuevos interrogantes que nos llevan a caminos a los que me gusta denominar valles inquietantes de la conciencia. Muchas gracias por llegar hasta aquí y hasta la próxima.





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