Las palomas paranormales

 Las palomas paranormales



Seguro que todos conocemos una de las secuencias icónicas del cine de terror, para ser exactos de la película Poltergeist, que podemos ver a continuación para que usted la ubique, aunque sinceramente creo que no es preciso:


Lo que no saben es que esta escena puede guardar una relación profunda con algunas ideas que pueden intentar dar una explicación plausible a muchos de los fenómenos anómalos que se observan: pero para ello, vamos a hablar de un poco de historia, incluso de la historia de la televisión. Debemos trasladarnos algunos años atrás, cuando las emisiones de televisión eran realizadas por sistema analógico, no el digital como hoy en día: en ese tiempo, había que sintonizar las emisoras para ver la televisión, pero si no lo hacía, entonces se escuchaba este sonido (y se veía además):



Y esto que están escuchando es quizás una de las pruebas más impresionantes que existen del posible inicio del universo en que vivimos: es la denominada radiación de fondo de microondas, o si quieren de manera más sencilla, el resto del “ruido” de la primera explosión que dio lugar al universo (aunque el concepto de explosión habría que matizarlo, pero lo dejaremos en aras a que todo sea más comprensible). Pero, ¿qué es exactamente este “ruido”?. Voy a intentar exponerlo de una manera comprensible para todos. Esta radiación es una predicción del modelo del Big Bang. En teoría, el universo en su inicio estaba muy caliente, a una alta temperatura, de tal manera que a medida que el universo de expandía, esta temperatura iba disminuyendo, al irse “extendiendo” a lo largo del mismo. Es decir, lo que estamos registrando es la emisión de esa temperatura residual, que actualmente está a un nivel de 2,725 grados Kelvin. Pero aunque es impresionante todo lo que rodea a esta radiación de fondo, lo que nos interesa ahora no es a qué se debe, sino cómo fue descubierta. Y aquí es donde entran las palomas.

En 1965, los señores de la foto, Arno Penzias (izquierda) y Robert Woodrow Wilson (derecha) estaban construyendo un radiómetro de Dicke para usarlo en radioastronomía y la comunicación por satélite. Pero el problema es que se encontraban con cierto ruido “parásito” que no podían evitar, y entonces pensaron que se debía a la suciedad que producían las palomas al pasar o anidar en el aparato, y se dedicaron a limpiar sin cesar el aparato, pero sin éxito: sin quererlo habían dado con la prueba más contundente a favor del modelo de creación del Universo con el Big Bang; de hecho, ganaron el premio Nobel por este descubrimiento: de nuevo el azar juega un papel importante en muchos descubrimientos.

Pero la idea no va por ahí, porque si me conoce seguro que se estará preguntando, ¿y qué tiene que ver esto con los fenómenos anómalos?, ¿y con la conciencia?...Pues como siempre digo, a partir de ahora todo es una hipótesis, o si quieren una idea que tengo sobre cómo explicar ciertos fenómenos anómalos. Así que para que nadie se lleve a engaños, a partir de ahora recordemos que es sólo una hipótesis.


Lo que nos enseña la historia anterior desde el punto de vista de lo anómalo para mí son dos puntos esenciales: en primer lugar, que un sistema de detección (o si quieren un órgano sensorial) puede detectar algo para lo que no está directamente diseñado, o bien a un nivel que nuestro centro de integración lo considera “no preciso” y es descartado. Pero aún podemos hacer más lecturas de este curioso hecho: por ejemplo, que tenemos una serie de datos “sensoriales” que nuestros centros de integración, en ese momento preocupados por gestionar e integrar otra información, no integran o desechan por considerarlos sin interés: es como el cuadro de mandos de un coche, el motor tiene múltiples variables, pero en nuestro tablero de mando sólo se muestran unas pocas, las que supuestamente tienen interés para el conductor.

Cada indicador (o testigo) nos indica algo del vehículo, pero si alguno de los denominados de alarma se enciende lo llevamos al mecánico, que es la persona que conoce la complejidad del motor. Pero ahora me gustaría volver al inicio del artículo, cuando hablábamos de la televisión: la televisión (el receptor, para ser exactos) es un aparato que está destinado para transformar las emisiones de las emisoras de televisión en imágenes: sin embargo, en el caso de la radiación de fondo, está registrando algo totalmente diferente, para lo que ni siquiera fue diseñado. Y eso es lo que vemos en la pantalla: ¿puede que de la misma manera algunos de nuestros órganos “receptores” sean capaces de recoger señales emitidas para los que no fueron inicialmente diseñados?:


¿Y si precisamente el meollo de la cuestión de la percepción anómala, de la integración anómala de la información sensorial no fuera más que la integración de datos sensoriales o no sensoriales en los centros superiores cuando no están ocupados en “decodificar” las señales habituales de esos receptores sensitivos?. ¿Será esta la causa de que las capacidades Psi o la PES se vean potenciadas con las situaciones de aislamiento?. Espero que estas preguntas les hagan pensar y hasta la próxima.







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