MENE, MENE, TéQUEL, PARSIN.

Hola a todos y Bienvenidos:

Muchos de ustedes si están interesados en el mundo de lo anómalo, seguro que conocen lo que es la Transcomunicación Instrumental (TCI). Aunque tiene muchos antecedentes, se considera que las famosas inclusiones de Jürgenson son las que dan el “pistoletazo” de salida para el estudio de estas extrañas y sugerentes grabaciones. Un poco más tarde, y de la mano de Klaus Schreiber aparecieron las todavía más extrañas psicoimágenes. Lejos de entrar en qué las provocan, o si tienen un origen de tipo espiritual, interdimensional o cualquier otro, es un tema que actualmente está dentro de lo que me interesa para el estudio de lo anómalo. Pero si me lo permiten y como siempre, poniéndolo en relación con el tema de la conciencia, voy a contar un episodio que desde que era muy pequeño me impresionaba. Voy a darles el contexto: cuando yo era pequeño (hace ya mucho tiempo), en la casa de mis padres, en su pequeña biblioteca, existía una de esas biblias para jóvenes, y dentro de ella, muy profusamente ilustrada, estaba una historia que siempre me fascinó: la historia de la escritura en la pared.


Por si no lo conocen, de manera muy breve, les cuento que en una fiesta que daba el rey Baltasar (Belsasar) en Babilonia, en un momento determinado, una mano fantasmal escribe un mensaje en la pared, dejando a todos los asistentes sin aliento: escrito en arameo, la frase decía מנא ,מנא, תקל, ופרסין (Mene, mene, tequel, ufarsin, en otras versiones Mene, mene, tequel, parsin). Desde la perspectiva actual, podríamos decir que estamos ante la primera “psicoimagen” o transcomunicación instrumental de la historia. Pero este hecho tiene otras derivadas que vienen a continuación, dejando a parte el tema religioso que me merece todo el respeto (dicho sea de paso). Y es el papel de Daniel.

Aunque podríamos hablar largo y tendido de su figura, vamos a volver al episodio de la cena de Baltasar, ya que este rey, viendo el fenómeno anómalo del que había sido testigo (y no sólo él, sino todos sus invitados), quería saber qué significado tenían las extrañas palabras que había visto dibujar delante de él por una “mano de fuego”. Ninguno de sus sabios supo interpretarlas (recordemos que esto es lo que dice la Biblia, así que todo siempre con muchas precauciones), pero entonces hizo llamar a Daniel que sí supo interpretarlas: y su interpretación fue la siguiente:


  • MENE: "Ha contado Dios tu reino y le ha puesto fin".

  • TEQUEL: "Has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso".

  • UFARSIN: "Ha sido roto tu reino y dado a los medos y persas".


Siempre se ha usado este episodio como una advertencia sobre la temporalidad de los imperios (muy en boga hoy en día que estamos viviendo precisamente eso, la caída de otro imperio y su sustitución por otro poder emergente, ponga usted los protagonistas que desee). Pero si recordamos el tema por el que iniciamos este artículo, podemos estar ante uno de los primeros casos documentados  de TIC. Pero de todas maneras, hay algo más que subyace en toda esta historia y que de nuevo nos lleva a un punto crucial para mí en el fenómeno anómalo: volvemos al tema de los testigos y su papel en lo anómalo.


Hay varios puntos en esta historia que se van deslizando y mostrándose como las capas de una cebolla: por una parte, tenemos el fenómeno anómalo en sí, es decir, el hecho de la mano de fuego que escribe en la pared; por otra parte tenemos a los testigos que ven el fenómeno, que se quedan estupefactos y que buscan la explicación al fenómeno que han presenciado. Y por último, llegan los que podríamos llamar “exégetas” del fenómeno, los que buscan la interpretación del mismo: para unos incomprensible, para otro (Daniel en este caso) claro y sin posibilidad de equivocación. Y aquí es donde este tema toca el tema que me apasiona, en este caso, la conciencia.

El fenómeno anómalo debe tener una parte que es la confrontación del suceso del que se es testigo con los conocimientos, creencias, sesgos, etc del testigo: en mi opinión, lo que da la etiqueta de anómalo a un fenómeno es la incapacidad del testigo de poder explicar el suceso que se desarrolla ante él mediante la comprobación de la diferentes explicaciones que podríamos denominar “naturales” y su fracaso en la explicación del fenómeno. Pero esto a su vez tiene como consecuencia que ciertos fenómenos que para algunos testigos son claramente anómalos, no sean más que sucesos lógicos y naturales para otros: 

Recordemos los incontables avistamientos que se han hecho de fenómenos anómalos inicialmente que al final se han convertido en perfectamente explicables bajo la luz de los conocimientos de otros testigos o de investigadores. Pero aún queda otra capa dentro de este curioso fenómeno que me gustaría explicar. Y es precisamente en este punto donde de nuevo entra la conciencia. Por si no lo conocen, soy un gran entusiasta de la teoría dualista de la conciencia: para mí la conciencia se compone de dos componentes, como los dos componentes de los pegamentos industriales de tipo epoxi: por una parte tenemos la relación y los resultados de nuestra relación con el medio externo, y que es lo que para mí representa el concepto de consciencia en sí mismo (con S): por otra parte tenemos la parte que no es dependiente de las circunstancias exteriores a la conciencia, independientemente del tiempo, del lugar, nos reconocemos a nosotros mismos como la persona que somos: estos dos componentes están en un equilibrio dinámico, en una homeóstasis continua, que ya decía Claude Bernard que era la base de la fisiología, y que para mí se expande al ámbito de la conciencia. 


El fenómeno anómalo, como cualquier otro fenómeno en el que forme parte la cognición humana, necesita ser asimilado, integrado por nuestras estructuras cognitivas: si estas estructuras no son capaces de reconocer un evento como tal, o ignoran el significado del mismo, este evento permanecerá desconocido para el testigo, simplemente será ignorado: por lo tanto, cualquier fenómeno (anómalo o no) en este modelo dual de la conciencia primero pasará el filtro del componente duro de la conciencia, es decir, el componente que es independiente de los fenómenos externos: este primer paso “reconocería” el fenómeno que se está presentado y activaría su integración por el segundo componente: la consciencia en sí, que a su vez buscaría dentro de su gran “archivo” de creencias, conocimientos, sesgos, ideas, razonamientos, etc, la posible explicación del fenómeno que previamente ha sido reconocido como ajeno y con la suficiente importancia como para que pase el siguiente filtro: este proceso explicaría a su vez los diferentes tipos de situaciones que podemos observar cuando un fenómeno se da delante de varios testigos:

1º) El fenómeno es reconocido por unos testigos y otros no: en este caso, el fenómeno sería reconocido por el primer componente de la conciencia de unos testigos, pero no por otros: por ejemplo, sería el caso ciertas visiones que son sólo vistas por un testigo y no por otro.


2º) El fenómeno es reconocido y calificado como anómalo: en este caso, una vez el primer componente ha realizado su función, es el segundo el que tras revisar todos las posibles explicaciones a las que tiene acceso en su archivo que podríamos denominar “causal”, concluye que el fenómeno que el testigo ha visto no tiene cabida en este archivo, por lo que es calificado como anómalo.


3º) El fenómeno es reconocido y si bien algunos testigos lo califican como anómalo, para otros es totalmente normal: por ejemplo, la aparición de ciertas luces espectrales en lugares cenagosos, que podrían ser tomadas como manifestaciones sobrenaturales, pero que realmente se deben a la combustión del metano que aparece en dichas localizaciones.


Esto a su vez nos lleva a otro punto más inquietante, y es el que hasta este punto, nuestro esquema nos ha llevado a un camino que comienza con un fenómeno, que es calificado como extraño y que finalmente encuentra explicación: pero a su vez, puede ocurrir que ciertos fenómenos que hayan sido catalogados inicialmente como no anómalo, cambie su calificación cuando ciertos datos sobre el mismo son descubiertos, o bien cuando el fenómeno en cierta manera encuentra el testigo adecuado, de la misma manera en la que una posible psicofonía en un idioma que no conozcamos será interpretada como un ruido, hasta que la grabación sea escuchada por alguien que sí reconozca el sentido en esos extraños sonidos.


Un saludo y hasta la próxima.













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