Un campo de sueños
Un campo de sueños
Dra. Janice Miner Holden |
Uno de los aspectos más curiosos con respecto a la conciencia (y su supervivencia) son las experiencias cercanas a la muerte (o ECMs). Ya desde el famoso artículo de Greyson donde las definía con respecto a su manera de presentación y elementos que lo formaban, siempre han estado en el ojo del huracán con respecto a qué representan en sí mismas. A modo de recordatorio, y como todo lo que rodea a la conciencia, tenemos como siempre dos grandes posturas que podemos decir que se encuentran contrapuestas una frente a la otra:
Si me lo permiten voy a dejar para otra ocasión la fenomenología “clásica” de la ECM, que todos más o menos tenemos en mente, y puede ser que nos llevemos alguna que otra sorpresa. Vamos a hablar del origen de las ECMs en sí mismas, o de su supuesto origen, porque como todo lo que rodea a la conciencia, está rodeado de un halo de inseguridad y sólo podemos aventurar alguna hipótesis. Como hemos adelantado, tenemos dos grandes grupos de hipótesis sobre el origen de la conciencia, que podríamos denominar el grupo de hipótesis biológicas y el grupo de hipótesis trascendentales. Vamos a analizar cada una de ellas.
Las denominadas hipótesis biologicistas son aquéllas que contemplan el origen de la ECM dentro del proceso fisiológico de la agonía y la muerte: por lo tanto, no contemplan la existencia de una trascendencia de la conciencia ni, por lo tanto, que se produzca una separación de la conciencia del cuerpo físico.
Según estas hipótesis, la mayoría de la fenomenología de la ECM se explica ya sea por fenómenos de anoxia cerebral (como en el caso de la visión de túnel, que asocian al mismo mecanismo que sufren los pilotos de aviación en casos donde están sujetos a gran cantidad de fuerzas g), como el proceso de descorporeización que asocian a alteraciones de tipo anóxica (o incluso microinfartos) de la zona temporal de la corteza cerebral. Pero estas hipótesis se enfrentan al problema de que en ciertas ECMs se producen comunicaciones precognitivas sobre sucesos que ocurren en el futuro que no tienen explicación bajo el paraguas de este tipo de hipótesis.
Por otra parte, tenemos las hipótesis que se basan en la trascendencia de la conciencia: según estas hipótesis, el proceso mediante el cual la conciencia se “desliga” de su recipiente físico, en este caso el cuerpo físico de la persona, es el proceso que rige la generación de la ECM. Este grupo de hipótesis pueden ser aplicadas a los supuestos efectos precognitivos de algunas ECMs, así como otros fenómenos, como la dilatación temporal, o la presencia de figuras en las ECMs que son percibidas por la persona como figuras de tipo religioso o espiritual. Pero en este caso nos encontramos con otro tipo de problemas que tienen a estas hipótesis en jaque: por una parte, la presencia de fenómenos que son similares a las ECMs sin que exista un muerte ni peligro de muerte (las denominadas quasi-ECMs) y que cuando se estimulan ciertas zonas cerebrales se pueden simular las ECMs. Así que, “Houston, hemos tenido un problema”...(por cierto, si no han leído el libro de Connie Willis “Tránsito” se lo recomiendo encarecidamente).
Hablemos de dos investigadoras, por una parte la Dra. Faith Nouri, y por otra, la Dra. Janice Miner Holden (la foto que ilustra el inicio de esta entrada). Estas dos investigadoras habían estado investigando un hecho curioso asociado a las personas que habían experimentado una ECM: supuestamente tenían problemas con los aparatos eléctricos.
Así que empezaron a estudiar a personas que habían estado en peligro de muerte y las dividieron en dos grupos: las que habían tenido una ECM y las que no (no hemos comentado que no todas las personas en peligro de muerte son capaces de referir una experiencia de este tipo). ¿Y cuál fue el resultado de su estudio?...Pues para sorpresa de todos (mía también, lo reconozco) las personas que habían referido tener una ECM durante el año anterior referían también haber tenido mayor número de problemas con los aparatos eléctricos y electrónicos que las que no habían tenido una ECM. Este hecho es sorprendente y abre interesantes campos de investigación:
Por si acaso les traduzco las conclusiones de este estudio que aparecen en inglés: "Los resultados de este estudio indican que, entre las personas que han tenido al menos una experiencia cercana a la muerte o en ausencia de este hecho, un suceso que les ha supuesto un cambio brutal en su vida durante el último año, las personas que habían tenido una ECM refirieron más problemas con los aparatos electromagnéticos en ese último año que las que no las habían tenido o no habían estado expuestas a situaciones de riesgo mortal". Este estudio es increíblemente novedoso y abre un campo verdaderamente insospechado; por cierto, si dudan de que este estudio exista, aquí les dejo el enlace al mismo: espero que les haya dejado igual de sorprendidos que a mí:
Y en medio de todo este maremagnum de dudas el tema empieza a complicarse. Todo comienza con un comentario en una reunión que mantuvimos mi amigo Vicent Salvador con otras personas para ver posibilidades de colaboración en un futuro estudio, donde me comentó las alteraciones electromagnéticas que a veces sufrían las personas que habían tenido una experiencia anómala, y que circulaba una especie de leyenda urbana sobre la existencia de alteraciones en personas que habían sufrido una ECM con respecto a los aparatos eléctricos. He de reconocer que era muy escéptico, pero como me picó la curiosidad me llevé una de las sorpresas más impactantes que me he llevado en mucho tiempo.
Hablemos de dos investigadoras, por una parte la Dra. Faith Nouri, y por otra, la Dra. Janice Miner Holden (la foto que ilustra el inicio de esta entrada). Estas dos investigadoras habían estado investigando un hecho curioso asociado a las personas que habían experimentado una ECM: supuestamente tenían problemas con los aparatos eléctricos.
Así que empezaron a estudiar a personas que habían estado en peligro de muerte y las dividieron en dos grupos: las que habían tenido una ECM y las que no (no hemos comentado que no todas las personas en peligro de muerte son capaces de referir una experiencia de este tipo). ¿Y cuál fue el resultado de su estudio?...Pues para sorpresa de todos (mía también, lo reconozco) las personas que habían referido tener una ECM durante el año anterior referían también haber tenido mayor número de problemas con los aparatos eléctricos y electrónicos que las que no habían tenido una ECM. Este hecho es sorprendente y abre interesantes campos de investigación:
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