Un pegamento de dos componentes:

 Un pegamento de dos componentes


Si usted es amante del bricolaje, o bien se ha visto obligado a usarlo, estoy seguro que conocerá el pegamento de dos componentes. Estos pegamentos normalmente se componen de una resina epoxi y un endurecedor. También son conocidos como pegamentos reactivos o pegamentos estructurales. Y lo que los hace especiales es que su acción se ejecuta mediante una reacción química, no por desecación: para que éstos funcionen de manera adecuada debe existir una mezcla homogénea de los dos componentes del mismo. Pero estoy seguro que ahora se estará preguntando, ¿qué tiene que ver estos pegamentos con la conciencia?. Pues ahora lo voy a intentar explicar.



En primer lugar, vamos a aclarar que no vamos a hablar del origen de la conciencia, porque como saben es un tema controvertido, y todavía sujeto a hipótesis. Pero sí que me voy a permitir comentarles algo de lo que se denomina la hipótesis dual de la conciencia. Para ello, vamos a comentar una división que se realiza sobre la misma: esta división se basa en dos “conciencias”: por una parte está la conciencia que nos permite relacionarnos con el exterior, que podríamos denominar “fenoménica” y que podríamos asimilar a la consciencia, que es la capacidad que tenemos para relacionarnos con el exterior. Por otra parte tendríamos otra a la que podríamos denominar “personal”, que sería la responsable de que seamos capaces de reconocernos a pesar de que pase el tiempo: si quiere, hagamos una prueba: intente recordar el momento más feliz que pasó en su niñez; la pregunta es ¿cómo sabe que es usted el protagonista de ese recuerdo?, ¿cómo se reconoce en ese niño?, pues es gracias a este “núcleo duro” de la conciencia.



Entonces, ¿cómo funcionaría esta conciencia dual? pues ahora tomemos el símil del pegamento de dos componentes. Antes que nada, voy como siempre a decir que lo que van a leer a partir de ahora es sólo opinión, aunque podría dar lugar a cierto modelo hipotético, todavía no lo he depurado en su totalidad, así que para que nadie se lleve a engaño, vamos allá; una vez llegados aquí, podemos imaginar que la conciencia (en su conjunto) está compuesta por estos dos componentes, que al mezclarse pierden su individualidad, y crean la misma. Pero, ¿y si esta mezcla no fuera continua en el tiempo?, ¿y si realmente estos componentes de la conciencia se comportaran de la misma manera que los vasos comunicantes?


En este modelo, la conciencia fenoménica sería la que nos sirve para vivir cada día, la que regula nuestras relaciones con la realidad. Mientras que está activa, la conciencia total está “ocupada” analizando los datos que les llegan a través de los órganos de los sentidos, por lo que está extrayendo la información de los datos que son recogidos. Todo el esfuerzo de la conciencia está centrado en analizar la realidad y responder a ésta. El nivel de lo que hemos denominado núcleo duro de la conciencia es mínimo, pero la conciencia es la misma: podríamos decir que en este aspecto, el nivel de consciencia (conciencia fenoménica) es el más elevado, mientras que la introspección (núcleo duro de la conciencia) es mínimo.



Pero si alteramos la “consciencia”, es decir, si disminuimos el valor de la conciencia fenoménica, la introspección debe aumentar, ya que la conciencia tiene un nivel estable e inalterable: y es aquí donde viene el mayor de los saltos: si lo observamos bien, son en los estados alterados de la consciencia (valores mínimos de conciencia fenoménica y máximos de introspección o núcleo duro de la conciencia) cuando se producen la mayoría de las percepciones anómalas, puede que ayudadas por el silencio sensorial, que hace que la conciencia fenoménica no esté ocupada en gestionar una gran cantidad de datos. Por lo tanto, ¿podríamos decir que los fenómenos anómalos estarían asociados a ese componente de la conciencia que es independiente del exterior?, ¿es éste el componente que se manifiesta por ejemplo en los sueños?

Este aspecto sobre la conciencia bicompartimental (por llamarla de alguna manera) abre ciertas posibilidades que son interesantes para analizar: por una parte, podemos aplicarla a uno de los grupos de hipótesis sobre el origen de la conciencia, para ser exactos a las hipótesis denominadas duales de la conciencia, que en resumen indican que la conciencia se asienta en las estructuras cerebrales y no que nace de las funciones de la misma. Si analizamos el modelo de dos componentes de la conciencia, podríamos incluso aunar las hipótesis materialistas (que son las que indican que la conciencia nace de la actividad o la arquitectura del sistema nervioso central) y las duales (que hemos mencionado anteriormente). Pero, ¿cómo podemos unir estas dos hipótesis en una sola?.




Bien, imaginemos que estas dos hipótesis realmente no explicaran el conjunto de la conciencia en sí, sino cada uno de sus componentes: analicemos cada uno de los componentes de este modelo y ver qué posible relación tiene con cada una de estos grandes grupos de hipótesis. Empecemos con la conciencia fenoménica, que asimilamos a la consciencia. La consciencia es lo que nos permite relacionarnos con el exterior y responder a estímulos. Podemos decir que ésta es la parte de la conciencia que trata con los datos de los órganos de los sentidos, los interpreta y actúa y decide según estos datos: este componente podría entonces asimilarse a las hipótesis materialistas de la conciencia: para ser exactos, la conciencia fenoménica nacería de la necesidad de responder a los estímulos externos con un fin último, la supervivencia. Otra característica de la conciencia fenoménica es que puede ser variable, de tal manera que las personas pueden tener diferentes grados de consciencia (como puede ser el sueño) o incluso afectarse en los famosos “estados alterados de la conciencia.

Pero, ¿y la conciencia personal?: pues es donde el tema se pone más interesante, porque puede que en este caso sea preciso acudir a las teorías dualistas de la conciencia: pero para poder entenderlo, voy a usar un recurso: vamos a imaginarnos que nuestro sistema nervioso central es un televisor, pero un televisor un poco especial. Este televisor sólo puede sintonizar una cadena, y ésta cadena sería la conciencia personal. Si lo analizamos fríamente, este televisor necesita estar encendido (sería similar a estar vivo), sintonizado (consciente), y con los mandos de control controlamos el color, el brillo, el volumen…si lo vemos de esta manera, el televisor encendido con sus mandos sería la conciencia fenoménica; la emisión que capta, la conciencia personal. Pero ¿de dónde viene la emisión que capta esta televisión?.



Si es cierto que el componente fenoménico (la consciencia propiamente dicha) la podríamos asociar a al origen funcional (materialista) de la conciencia; y el componente de la conciencia personal podríamos asimilarlo a la hipótesis dual de la conciencia, nos deja una curiosa disyuntiva sobre el tema del origen del mismo: si la conciencia personal se asienta en el sistema nervioso central, ¿de dónde viene esa conciencia?. Pues en este caso, tenemos una interesante pregunta.

Si anteriormente hemos estado hablando de especulaciones, es el momento de que avisemos que a partir de este punto hablaremos de especulación pura y dura, y que lo que viene a continuación no es más que una idea que ni siquiera llega al ser hipótesis, porque he de reconocer que el contenido de lo que vamos a hablar a partir de ahora es simplemente eso, una gran especulación y una opinión personal.



El problema reside en que si la conciencia se asienta en el sistema nervioso central (es la idea preponderante actualmente), ésta debe tener una existencia real fuera  del mismo, y por lo tanto tenemos de nuevo creado el problema del origen de la conciencia. Y para poder explicar este tema, tendremos que acudir al tercer gran grupo de hipótesis de la conciencia: las hipótesis idealistas, que básicamente vienen a decir que todo lo que vemos no es más que una creación de la conciencia en sí misma. Y esto tiene como resultado que este grupo de hipótesis afirme que la realidad en sí misma no existe si no es por la conciencia, pero con una salvedad: afirma la existencia de una conciencia extensa, que podemos decir que se divide mediante un proceso de disociación de esta gran conciencia extensa que está imbuida en toda la realidad que nos rodea.

Pero, ¿cómo se produce esta disociación?; pues podemos acudir a ciertas experiencias empíricas y que son conocidas por todos. En primer lugar hablaremos de los trastornos disociativos por estrés post-traumático. Es un fenómeno bien estudiado, ante ciertos sucesos muy estresantes o traumáticos, nuestra conciencia realiza un proceso de “disociación” o separación, de tal manera que por decirlo de alguna manera, protege parte de esa conciencia de los efectos y situaciones que puedan ser muy traumáticas. Este mecanismo defensivo es el responsable del famoso trastorno de despersonalización o personalidad múltiple: siempre en el ojo del huracán, algunos hablan de un pseudotrastorno de despersonalización. En este caso, creo que todos lo conocemos, una misma persona dice tener varias personalidades dentro de sí; algunos proponen que los verdaderos trastornos de este tipo se caracterizan porque las personalidades no saben de la existencia unas de las otras, aunque ciertas personas que aducen tener este tipo de trastorno sí dicen que reconocen sus diferentes personalidades.



Pero lejos de este cuadro que es un cuadro patológico, existe otro momento a lo largo de nuestra vida normal donde se produce cierto grado de disociación y que no es patológico sino totalmente natural y fisiológico. Y el momento es que esto ocurre no es otro que el momento en que soñamos. Y vamos a explicar por qué. Por regla general, cuando soñamos, además de nosotros existen otra serie de personajes que aparecen en nuestro sueño, con los que interactuamos pero que reconocemos como ajenos a nosotros. Sin embargo, el sueño es nuestro, por lo que esos personajes que aparecen en nuestro sueño podemos decir que son parte de nuestra conciencia. Sin embargo, normalmente no podemos controlar sus acciones, ni lo que van a decir o hacer: si lo miramos desde cierto punto de vista, sería algo parecido a esas personalidades desgajadas de la nuestra, cada una con su manera de ver el mundo onírico, con su independencia, y sin embargo todas ellas, todos esos personajes con los que interactuamos en el mundo de los sueños, son parte de nuestra conciencia. Entonces, podremos decir que si nuestra conciencia es capaz de atomizarse en varias conciencias en un sueño, ¿podría una conciencia extensa atomizarse en conciencias individuales de las que nosotros seríamos esas divisiones?



Como pueden ver, durante este viaje sobre la conciencia hemos llegado a la conclusión de que quizá todas las hipótesis sobre el origen de la conciencia sean válidas, sólo que depende del momento en el que usemos cada una de ellas. Pero como dijimos al inicio, es sólo una opinión. De todas maneras, y abundando en la última parte de este artículo, no me puedo resistir a citar la creencia hindú de que Karanodakasayi Vishnu se encuentra dentro del Océano Causal, soñando lo que llamamos realidad. No solo un universo, sino un número infinito son soñados dentro de su conciencia ilimitada. Y como decía Calderón de la Barca, toda la vida es Sueño, y los sueños, sueños son.





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