Una orquesta dodecafónica

Una orquesta dodecafónica

Una de las figuras que se suelen usar para explicar cómo funciona nuestro cerebro, es asimilarlo a una gran orquesta: no me voy a referir en esta ocasión a la conciencia, ya que hay una teoría sobre la misma (la de Hameroff-Penrose) que también usa esta figura: pero en este caso voy a usarla para intentar explicar algo que creo que les puede interesar, y que está relacionada con otra de mis grandes pasiones: hablamos de la percepción anómala, o si quieren decirlo de otra manera, de la integración anómala de los sentidos.


Para empezar tenemos que imaginarnos una orquesta. Para ser más precisos vamos a hablar de una orquesta sinfónica (sin coros), donde hay varias secciones: la sección de cuerda, la de viento, percusión, etc. Normalmente la orquesta tiene cierto orden preestablecido, que vemos en esta imagen:




Cada uno de los componentes de la orquesta ya es de por si un músico excepcional: que se haya especializado en un instrumento no significa que no pueda tocar otros: quizás no tan virtuosamente, pero como decía un amigo mío, “una vez que localizo el La, lo demás es coser y cantar”...y ahí está la clave: en la afinación: primero normalmente la orquesta antes de tocar afinan, porque este hecho permite que la orquesta esté “sincronizada”, así que normalmente un músico da el tono para que el resto se vaya “sincronizando” con él.





Una vez que la orquesta está sincronizada, afinada, ha llegado el momento en que empiece la obra en sí misma: en ese momento llega la música que puede llegar a niveles de complejidad de ejecución inimaginables, pero que normalmente se acompañan obras tan increíbles como la que ahora les voy a dejar para que la escuchen: (a propósito: Bach es Dios, si usted no lo cree deje de leer y no vuelva nunca más).



El efecto de este compositor es tan increíble que es capaz de conseguir “normalizar” la actividad de cerebral de pacientes con depresión, les dejo el artículo y sobre todo la imagen para que puedan disfrutar bien de lo que hace Bach con nosotros. Pero no, no voy a hablar del efecto curativo de la música, reconozco que me he ido por las ramas y me he emocionado (como siempre, porque a mí me salvó) al hablar de Bach:


Pero todos sabemos que hay más tipos de música, aunque tenemos que reconocer que casi toda la música occidental se basa en una premisa, que es el sistema tonal, donde toda la música se organiza en torno a una nota que denominamos “tónica” y que dará nombre a la tonalidad, que puede ser mayor o menor. Existe un grupo de notas que tienen cierta “atracción” frente a otras nota; este conjunto de notas que se apoyan en la tónica se llama Tonalidad.



Y todo queda muy redondo hasta que aparece en escena un señor, Josef Matthias Hauer, que se saca de la mano algo nuevo: la llamada técnica de los 12 tonos o dodecafonismo, en 1919. Aunque el que se considera fundador de la música dodecafónica es el compositor Arnold Schönberg. ¿Y qué decían estos señores?: ellos hablan de que todas las notas comprendidas en una octava son iguales, usarían todas las notas de la escala cromática, que son 12 (la escala clásica tiene 7 o escala diatónica), con una regla: tendrían que tocarse todas las notas antes de poder repetir alguna nota:



Ahora estará usted pensando qué tiene que ver esto con la percepción anómala, pues ahora volvamos a nuestra orquesta: a esos músicos virtuosos que son nuestras neuronas. A veces tocan música en escala diatónica, la que conocemos, en la que se basa la música en su mayor parte: con un director de orquesta que dirige la orquesta (que podríamos asimilar a la conciencia) y que se encarga de hacer que todo suene de manera adecuada: normalmente el director de orquesta es capaz de dirigir, unir y dar cierto sentido a la música que se toca: por eso los grandes melómanos son capaces de distinguir a un director de otro al escuchar la misma pieza dirigida por diferentes directores de orquesta.(Por cierto, a ver si adivina los nombres de al menos 2 de los directores que están en la siguiente foto…y no vale Barenboim).


Pero como hemos dicho, puede que algunas de las obras que toque esta maravillosa orquesta no lo hagan de manera “diatónica”, sino que use la escala “dodecafónica”: este tipo de música nos parece inquietante y nos lleva a cierto desasosiego, porque no nos parece familiar: de la misma manera, puede que ciertas integraciones de datos de tipo sensorial o de cualquier tipo no sean integrados de la misma manera que solemos hacer de manera normal, lo que nos daría lugar a percepciones anómalas, es decir, la integración sería de una manera diferente a la que normalmente llevamos a cabo: ¿podría ser porque usáramos vías diferentes de integración?, ¿podría ser porque los músicos cambiaran de “instrumento”, es decir, porque las neuronas integraran otro tipo de datos que normalmente no usan?, ¿podría ser porque el director de orquesta en cierto momento “cambia” o se va y deja sólo a los músicos para que éstos toquen de manera independiente?:



Así que elijan ustedes: la pregunta que les hago ahora es:¿realmente cree usted que no hay una integración anómala de la información?, si quiere comprobarlo: escuche este pequeño regalo que les dejo y dígame que les sugiere, si reconocen lo que se toca, pero si suena igual que suele sonar…les dejo con la intriga: gracias por aguantar la chapa “musical” y hasta la próxima:







 

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