El observador enamorado

 El observador enamorado



Como continuación de la entrada de ayer, que puede que nos dejara a todos un poco descorazonados (nunca mejor dicho) sobre la investigación de los sucesos anómalos, recuerden que ,como la llegada de Gandalf al abismo de Helm, tengamos que esperar en este caso no al tercer día. Y como no hay nada más humano que el amor entre dos personas, vamos a empezar contando una historia curiosa que no sé si saben, porque en el fondo todos tenemos nuestro corazoncito. Todos hemos escuchado que el amor lo puede todo, y que es la mejor medicina; pero lo que seguro que no saben es que el amor es el responsable de que muchas personas que se operan no tengan infecciones en el quirófano, quizás es un regalo de ese extraño y conmovedor sentimiento que es el amor. Si no se lo creen, vengan y lean este curioso caso donde el amor se alió con los médicos para salvar vidas y que su efecto sigue siendo presente hasta ahora. Conozcamos primero al protagonista masculino. Con ustedes, el Dr. William Stewart Halsted:


Nacido el 23 de septiembre de 1852, y fallecido el 7 de septiembre de 1922 es considerado uno de los pioneros de la cirugía moderna; entre sus logros está el desarrollo de una tabla de registro de temperatura, pulso y respiración con colores diferentes. Otra de sus grandes aportaciones fue el desarrollar un programa de formación de residentes en cirugía, lo que podría denominarse como el germen del MIR. Se formó en Europa también y fue cirujano en Nueva York e hizo algo que pocos hacían en ese tiempo: introdujo el uso de la asepsia en el quirófano, y éste punto será muy importante en nuestra historia. En ese tiempo, la asepsia se conseguía mediante la aerosolización de formol en el campo operatorio. Y ahora conozcamos a la otra parte, la encantadora Caroline Hampton:


Nacida el 20 de Noviembre de 1861 y fallecida el 27 de Noviembre de 1922, era parte de una acaudalada familia del Sur de los Estados Unidos. Criada por sus tres tías, Caroline se hizo enfermera en contra de los deseos de su familia, un caso de verdadera vocación, y entró en el equipo de cirugía del Dr. Halsted. Pero nuestra amiga tenía un terrible problema: tenía una dermatitis atópica que con el contacto con el formol que se aerolizaba en el quirófano, empeoraba, tanto que se planteó dejar el quirófano; pero el Dr. Halsted no quería deshacerse de una “mujer tan eficiente” (ejem) y quiso ayudarla con su problema, así que habló con la compañía de neumáticos Goodyear para que le hiciera unos guantes.


Pero además, el uso de los guantes tuvo un increíble efecto “secundario”: las infecciones en quirófano también descendieron: como buen observador, el Dr. Halsted vio clara la relación entre el uso de guantes y este hecho, y si bien primero sólo se cubrió dos dedos de su mano (pulgar e índice) para “no perder sensibilidad”, al final terminó usando el guante completo lo mismo que su estimadísima Caroline, y poco a poco fue imponiéndose (no sin dificultades por la supuesta “pérdida de sensibilidad”).


El corolario feliz de esta historia es que el 4 de Junio de 1890 Caroline y William Haslted se casaron en la Trinity Episcopal Church en Columbia. Así que mi consejo es que intenten amar todo lo que puedan, porque nunca se sabe si terminarán salvando a la humanidad de algún que otro enemigo invisible. Pero llegados a este punto, seguro que se estarán preguntando qué relación tiene este hecho con lo que hablábamos ayer: pues mucho, porque cualquier estudio dentro del espectro de la biología (y puede que de cualquier ciencia) debe empezar con una cosa, con la observación cuidadosa.


Los estudios observacionales pueden ser de muchos tipos, pero existe lo que podríamos denominar una “cadena causal”, y es así porque cada tipo de estudio tiene sus ventajas, sus inconvenientes, y podríamos decir que para poder hacer un estudio determinado previamente es preciso hacer otro que nos abra la puerta al nuevo estudio.


Los estudios de tipo experimental o “de laboratorio”, estarían en la cúspide de esta “pirámide investigativa” si quieren llamarlo así. Estamos acostumbrados a pensar que los “mejores estudios” son los de laboratorio, pero esta afirmación no es siempre cierta. Imaginemos en el caso anterior que nuestro Dr. Halsted hubiera querido comprobar en condiciones controladas su observación, ¿iba a exponer adrede a personas al riesgo de contraer una enfermedad infecciosa que podría acabar con su vida?, ¿provocaría “adrede” una patología infecciosa en un paciente con el fin de comprobar su hipótesis?.


Por eso la clave de un buen estudio, sea de lo que sea, desde casas encantadas, OVNIs, experiencias cercanas a la muerte o las calabazas de su huerta está en tener un diseño adecuado de todo el camino que se quiere recorrer, es decir, y respondiendo a la pregunta que hacíamos ayer: ¿estudios de campo o de laboratorio?, pues la respuesta es que si se quiere hacer una investigación seria y con conclusiones vinculantes…los dos. Espero que les haya gustado y hasta la próxima.



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