Historia de S

 Historia de S



Supongo que cuando hayan leído el título, habrán pensado en aquella oleada de películas eróticas con títulos sugerentes sobre relaciones más o menos explícitas. Pero siento desilusionarlos, va a ser que no; así que si espera un relato de extrañas experiencias sexuales no va por ahí la cosa. Sin embargo, les voy a hacer una pregunta: ¿cuántas veces le han dicho: “tú sólo te acuerdas de lo que te interesa”?. Estoy casi seguro que más de una. Pero este reproche que seguro que habrán oído de boca de su madre, padre o pareja, esconde una profunda verdad que engloba a la memoria: y es el olvido. Porque está claro que tenemos claro cómo creamos los recuerdos, pero la pregunta clave es ¿cómo olvidamos?.

Porque siempre hemos deseado tener una buena memoria, o una gran memoria, o si no, una memoria fotográfica, pero el olvido también tiene su parte importante. Cumple una función vital, y es la de centrarnos en lo que consideramos importante para nosotros. Si usted es de los que piensa que todo lo que aprendemos o experimentamos se queda grabado de alguna manera en nuestro cerebro, tengo que decirle que no es así (lo cual de paso pone en duda todo lo que se supone que es capaz de sacar a la luz los famosos procesos de inducción al recuerdo mediante la hipnosis: ¿Son recuerdos ciertos o recuerdos falsos?). El caso es que nuestro cerebro aunque usted no lo crea está hecho para olvidar. Lo que parece ser es que olvidamos lo que no es importante o lo que no solemos usar a menudo.


Pero también es preciso entender que a veces es necesario y vital el olvido, como lo es el dolor. Y aquí es cuando vamos a volver al extraño título de esta entrada: la historia de S. Antes es preciso que les presente a uno de los protagonistas de nuestra historia, que no es otro que Aleksandr Lúriya. Nacido en 1902 en Moscú y fallecido en 1977 fue un neuropsicólogo y médico (mira tú por dónde, qué casualidad) ruso. Se le considera uno de los padres de la neurociencia cognitiva y la neuropsicología. Publicó dos libros que se consideran vitales en la neuropsicología mundial: Afasia traumática (1947) y Las funciones corticales superiores en el hombre (1962). Pero no vamos a hablar de estos libros aquí, sino de otro más pequeño y que quizás sea aún más importante: se trata de Pequeño libro de una gran memoria. La mente de un mnemonista.


Y aquí desvelamos el misterio del nombre de este artículo: en este libro el Dr. Luriya (o Luria, que a veces se transcribía así) nos describe la historia de un caballero, al que sólo llama “S” y que se caracterizaba por su gran memoria, y por su incapacidad para poder olvidar. Y esto que parece en principio una gran ventaja, iremos viendo cómo se va transformando en una verdadera pesadilla y un problema de grandes dimensiones. Todo comienza cuando le pide a S que memorice una tabla de números de 62 números, y le pide que la describa de varias maneras: en la siguiente imagen se describe lo que le pidió que hiciera y cuánto tardó en hacerlo (inténtenlo ustedes a ver si pueden):


Está claro que nuestro “S” era un varadero superdotado. Pero este predominio excesivo de la memoria llevaba aparejado ciertas consecuencias. Y una de ellas es la imposibilidad de olvidar lo que había aprendido, de tal manera que cualquier palabra le retrotraía a lo anteriormente pasado y recordado; para que se pueda entender, vamos a leer un extracto del libro y podamos medir en su totalidad el martirio de la vida de “S”:




Como pueden ver, el hecho de recordar todo lo que uno ve o siente, no es necesariamente una ventaja, sino que en nuestro caso puede ser una verdadera losa para la persona, para poder desenvolverse en la vida diaria: si leemos en una noticia “su padre ha enfermado”; si fuéramos “S” nuestra mente se llenaría de inmediato de recuerdos sobre nuestro padre, si además ha enfermado, el pasar a la siguiente parte de esa sencilla oración nos causaría una alteración emocional que podría ocasionarnos no poder seguir leyendo o tener que tomarnos un tiempo para poder proseguir con la simple tarea de leer una noticia en un periódico. No cabe duda, el olvido es un regalo divino, aunque no nos guste reconocerlo:

Quizás ahora comprendan por qué en esta vida es importante recordar, pero aún lo es más olvidar. Espero que les haya gustado y recuerden olvidar a menudo, porque como decía otro gran autor (Mario Benedetti), "el olvido está tanlleno de memoria".

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