Mariposas en el estómago

 Mariposas en el estómago


Creo que no hay ser humano que no haya experimentado la sensación de tener “mariposas en el estómago”: pero curiosamente esta definición reúne una serie de sensaciones muy variadas, pero clásicamente la asociamos a los momentos en los que nos ponemos nerviosos.  Y esto ocurre porque la principal hormona asociada al estrés, el cortisol, secreta una sustancias, llamadas catecolaminas, que producen entre otras cosas alteraciones a nivel gástrico. De alguna manera, la integración de la información que produce el estrés lleva a la sensación y alteración del aparato digestivo.

Pero este mecanismo natural del estrés me lleva a pensar sobre la percepción anómala y la integración anómala de los datos recogidos por los órganos de los sentidos y/o otros medios: y por ello, como siempre digo, a partir de ahora hablaremos de manera hipotética, y como siempre se trata de una opinión abierta a la crítica y el debate, así que aquí vamos con nuestra clásica “alerta”:



Si han seguido los artículos anteriores (si no lo ha hecho, le pediría por favor que los revisara), mi esfuerzo está no en determinar si ciertos fenómenos anómalos existen, sino en cómo son integrados dentro de nuestra conciencia. Y es aquí donde entra la hipótesis que defiendo, que puede llamarse “la hipótesis vaga”. En ella, el principal responsable de recoger los datos que sufren una integración anómala es el décimo par craneal o nervio vago, tanto por sus características de longitud como composición de fibras eferentes y aferentes al sistema nervioso central.


A su vez, el nervio vago tiene interacciones con hipotálamo, amígdala, y zonas corticales, que tienen conexiones entre sí. Las fibras aferentes (que llegan al sistema nervioso central) del nervio vago recogen información de tipo interna, y las eferentes llevan información de control de esos órganos. 


Ahora asumamos que efectivamente este nervio lleva datos a través de sus fibras aferentes al sistema nervioso central, pero que éstos datos no son lo suficientemente numerosos, o son tan confusos, que no pueden ser integrados en una información coherente a nivel de los centros superiores de información, ya que el nervio vago tiene funciones autónomas, ¿podría ser que las funciones autónomas que realiza el nervio vago se vieran alteradas o afectadas por esa integración de datos anómalos de que ha transmitido y que de alguna manera no han pasado el filtro de la integración?. ¿Puede que la aparición de ciertos aspectos biológicos asociados a la estimulación parasimpática fueran un posible marcador biológico de la existencia de datos anómalos o de la integración anómala de la información?


Y ya que tenemos el armazón biológico, si registráramos los valores de constantes vitales que se pueden ver afectadas por la acción del sistema parasimpático, ¿la actividad anómala podría alterarlas y servir por tanto como marcador de su presencia?, ¿podríamos por tanto prescindir del fenómeno que provoca la anomalía y centrarnos en cómo de anómalo es su integración?. Pues mi respuesta es SI, y de hecho ya estoy trabajando en un modelo que permita ser utilizado en estos casos. Por cierto, si quiere ayudarme y considera que tiene algún tipo de capacidad Psi, le rogaría que se pusiera en contacto conmigo (alvvlaiba@gmail.com). Espero que no les haya cansado esta entrada y les espero en la próxima.


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