Una de las ideas que aparece asociada a una sociedad tecnificada es que todo lo que envuelve a la investigación, como es tan específica, son compartimentos estancos y cerrados. El biólogo sólo habla de biología, el psicólogo de psicología, el médico de medicina, etc. Sin embargo, esto no era así hace tiempo; de hecho algunos de los descubrimientos más importantes se han realizado por personas ajenas al campo de aplicación de ese descubrimiento. Y para dar ejemplo les lanzo una pregunta: ¿qué tiene que ver conocer la edad de la Tierra con una amenaza para la salud, y finalmente la conciencia y los fenómenos anómalos?.
Pues para ello tenemos que saber algo sobre medicina (lo siento): uno de los venenos más potentes que existen son los denominados metales pesados: el plomo, el mercurio, el cadmio son altamente dañinos para las personas: de hecho, uno de los casos más espectaculares y tristes de este daño es el ocurrido en la isla japonesa de Minamata, donde se produjo un envenenamiento por acúmulo de mercurio. Es por eso que por ejemplo ya nuestras tuberías no tienen plomo: algunas teorías dicen que la caída del imperio romano se debió precisamente al plomo.
Pero entonces, ¿qué tiene que ver el cálculo de la edad de la Tierra con la salud?; bueno, primero conozcamos a nuestro héroe, el Sr. Clair Patterson, un geoquímico que incluso colaboró en el proyecto Manhattan, que nació en 1922, y que entre otras cosas fue el primero en datar mediante el método científico la edad de la Tierra. Analizó la transformación de los elementos radiactivos en no radiactivos, calculando las proporciones entre ellos, viendo como el Uranio 238 pasaba a ser Plomo 206, pudo calcular la edad precisa no sólo de la Tierra, sino de todo el Sistema Solar.
Pero entonces nuestro amigo descubrió algo que le aterró: vio que los niveles de plomo en el ambiente estaban totalmente disparados, y estaban tan altos que tuvo que realizar sus experiencias de medición en un laboratorio aislado: el plomo en la atmósfera era brutal…¿cómo estaba allí?. Todo comenzó con la decisión de Thomas Midgley, de la General Motors, de añadir plomo a la gasolina para evitar la trepidación de los motores, como antidetonante: era el plomo tetraetílico. Con la era de los vehículos de combustión interna se dispararon los niveles de plomo.
El hecho de que escribiera su artículo hizo que su carrera se tambaleara: perdió el apoyo para sus investigaciones, presionaron para su despido. De hecho incluso el Servicio de Salud de Estados Unidos cuestionó sus conclusiones. Y a pesar de los esfuerzos de las compañías de automóviles de desprestigiarlo, la robustez de su modelo hizo que al final todos lo aceptaran y se preocuparan por este tema. Aunque su trabajo se publicó en 1963, no fue hasta 1973 cuando se aceptaron sus conclusiones. El plomo desapareció de las gasolinas en 1986. Sus hijos (y los míos) le deben mucho a este hombre.
Y seguramente usted se estará preguntando, ¿qué tiene que ver esto con la conciencia y todo lo anómalo?, pues si me lo permiten se lo voy a intentar explicar. Volvamos un momento al cuadro clínico de la intoxicación por plomo. A este cuadro se le denomina Saturnismo. En los niños cursa con retraso del desarrollo, dificultades de aprendizaje, irritabilidad, pérdida de apetito, pérdida de peso, fatiga y astenia, dolor abdominal, vómitos, estreñimiento, pérdida auditiva, convulsiones y la necesidad de comer cosas extrañas, como pintura, por ejemplo. En adultos, la intoxicación por plomo cursa con hipertensión arterial, dolor muscular y articular, dificultades en la memoria o en la concentración, dolor de cabeza, dolor abdominal, trastornos del estado de ánimo, etc. Pero hay algo que no está en esta lista y que es conocido desde hace mucho tiempo: la intoxicación por plomo puede causar alucinaciones.
Lo más probable es que hayan reconocido esta pintura y al autor de la misma, que no es otro que el gran pintor español Goya, y el cuadro es el llamado El Aquelarre. Pero lo que creo que les va a sorprender de este pintor es que estos cuadros nacen después de un curioso incidente que se inició en la visita a Cádiz de Goya para realizar unos cuadros, y la culpa la tuvo la increíble luminosidad de la ciudad y su afán por recrear un color, el blanco.
El caso es que en esa época el color blanco (y hasta hace muy poco tiempo) usaba como base el plomo, y la costumbre de ciertos artistas de meterse en la boca el pincel, iba haciendo que se fuera acumulando en su cuerpo, dando lugar a un cuadro de intoxicación aguda, que produjo pesadillas y la pérdida capacidad auditiva. Pero otros grandes pintores han tenido el mismo cuadro, como el famosísimo Vicente Van Gogh; tanto es así que sus famosas pinceladas parecen ser que eran el resultado de la acción del plomo que genera alteraciones visuales que incluso pueden terminar en ceguera. Pero volviendo al tema, ¿y qué tiene que ver la conciencia y los fenómenos anómalos?. Antes de seguir me gustaría aclarar que a partir de ahora es sólo, como siempre indico, una idea o si quieren una opinión. Así que vamos allá.
Se me ha ocurrido si se pudiera revisar las concentraciones de plomo en medio ambiente y su relación con la aparición de ciertos fenómenos en determinados lugares, ya sean por la acción del hombre o por su depósito natural. Si partimos que en cierta forma el plomo provoca un “estado alterado de conciencia” e incluso una alteración de la realidad percibida, ¿podría ser uno de esos factores ocultos en la determinación de ciertos fenómenos anómalos?. Quiero dejar claro que no me refiero a que todos los fenómenos anómalos tengan una explicación “no sobrenatural”, pero como siempre, pienso que ir acotando factores que puedan indicarnos un origen conocido nos permitiría poder centrarnos en aquellos fenómenos anómalos que realmente no tienen explicación.
La investigación de los fenómenos anómalos, o la investigación sobre la conciencia, como toda ciencia que afecte al ser humano, está más llena de incertidumbres y dudas que de certezas. No dejar ningún rincón sin revisar puede y debe ser uno de los mandamientos obligados de cualquier investigación, ya sea de campo, de laboratorio o de cualquier tipo que usted tenga en mente. Gracias por llegar hasta aquí y hasta la próxima.
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