Juan Sin Miedo

 Juan "Sin Miedo"


Cuando era muy pequeño, hace ya muchos años, uno de mis primeros recuerdos es el de estar en una clase de lo que en aquel entonces era primero de Educación General Básica (con unos 5 años), y contar delante de la clase un cuento que no recuerdo cómo conocí: es el cuento de Juan sin Miedo. Este cuento pertenece a los hermanos Grimm, y describe el viaje de Juan, nuestro protagonista, para saber lo que es el miedo. Pero lo que pocos saben es que este cuento se basa en un personaje real (nunca mejor dicho), y luego veremos que si estoy contando este “cuento” es que en el fondo algo tiene que ver con la conciencia. Volviendo a nuestro inicio, ¿quién es el personaje real en el que se basaron los hermanos Grimm para su cuento?, pues no era otro que  Juan I, duque de Borgoña.


Nuestro amigo se hizo con su sobrenombre por su arrojo en la batalla, de hecho se recuerda su papel en la batalla de Nicopolis, que a pesar de ser perdida por las tropas cristianas frente a las turcas, tuvo en Juan un verdadero héroe. Desgraciadamente, nuestro amigo fue asesinado en presencia del rey Carlos VII, después de la batalla de Azincourt en la Guerra de los Cien Años, lo que hizo que sus descendientes se aliaran con los ingleses. Pero aquí no acaban las características excepcionales de nuestro protagonista: parece que de casta le venía al galgo, ya que era hijo de Felipe II, llamado el atrevido. Pero en este punto nos detenemos, y pensamos…¿padres e hijos sin miedo?...Aquí pasa algo.


Primero tenemos que entender un poco qué es el miedo: el miedo es una emoción desagradable provocada por la percepción de un peligro real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria, ante una amenaza, y está presente en todos los animales: en su grado máximo es el terror, y se relaciona con la ansiedad. No voy a entrar en los aspectos más psicológicos del miedo (que los tiene y son muy profundos), sino que vamos a hablar de una estructura del sistema nervioso central que sabemos que está relacionada con el miedo: la amígdala.


Y ¿cómo sabemos que es esta estructura la relacionada con el miedo?, bueno pues porque tenemos una enfermedad que se relaciona con ella y que les va a resultar muy curiosa: es la enfermedad de Urbach-Wiethe; es una enfermedad autosómica recesiva (esto significa que no se hereda ligada al sexo -no tiene predominio por uno u otro sexo- y que además los genes que la provocan no son dominantes, sino recesivos, es decir, que para que se exprese o aparezca es preciso que esté presente en los genes tanto del padre como de la madre): esta enfermedad da lugar a una calcificación y atrofia bilateral de los lóbulos temporales anteromediales, por lo que las amígdalas se encuentran ampliamente dañadas.


¿Qué síntomas da esta enfermedad?: son variados, clásicamente comienza con manifestaciones en la piel, acompañadas de otras características como problemas de memoria, tendencias paranoicas y comportamiento agresivo: pero si hay un síntoma que desconcierta a los que tratan a estos pacientes es que no tienen miedo: no conocen esa sensación: de hecho incluso les cuesta imaginar lo que es “tener miedo” o cómo es la sensación en sí misma. Pero seguro que usted se preguntará, ¿y esto que tiene que ver con la conciencia?


Pues como siempre, recuerden que a partir de ahora todo es una opinión, no es una certeza absoluta, pero puede que nos arroje cierta luz sobre el problema de la conciencia, así que antes de seguir, avisemos de la parte especulativa del artículo:



Uno de los problemas que tiene la neurociencia es el explicar la famosa subjetividad sobre la percepción, sin embargo, de la misma manera, tenemos claro que es cierto que algunas sensaciones, como es el miedo o el dolor tienen un sustrato anatómico claro, que cuando desaparece o se daña, consigue que dichas emociones o sensaciones desaparezcan, independientemente de que se hayan experimentado anteriormente. Cabría pensar que puede que la conciencia esté formada por dos componentes, de la misma manera que los dos componentes de algunos pegamentos industriales.


Y de la misma manera que éstos, no sólo se necesita que estén los dos componentes presentes para que haga su función, puede que ambos componentes de la conciencia deban estar presentes para dar lugar a la conciencia como tal. Esto nos puede abrir una gran cantidad de especulaciones sobre cuáles son esos componentes, en qué proporción se presentan o si existen diferentes maneras o concentraciones de ambos componentes de tal manera que dan lugar a conciencias de diferentes características. ¿Puede que uno sea un componente biológico y el otro funcional?. ¿Puede que la conciencia necesite un marco biológico y otro componente de otra naturaleza que no sabemos o podemos detectar?. Lo que puede que esté claro es que quizás las claves sobre este problema estén dentro precisamente de aquellas personas que desgraciadamente no son capaces de poder experimentar algunas de las emociones que nos caracterizan como personas.



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