El ojo con que miras a Dios

 El ojo con que miras a Dios


Hola a todos y bienvenidos:

A través de una maravillosa composición de música he llegado a conocer a uno de los teólogos más desconocidos, el maestro Eckhart: nacido en Turingia en 1260, era un dominico alemán, conocido por su obra como teólogo y filósofo, creador de la que luego sería conocida como mística renana. Me gustaría que la oyeran y leyeran la letra de la misma porque merece la pena. Les dejo aquí el enlace:


Lo que me ha llevado a escribir este pequeño artículo es su pensamiento que dice: “El ojo a través del cual veo a Dios, es el mismo ojo con el que Dios me ve: mi ojo y el ojo de Dios es un sólo ojo”. A parte de las profundas implicaciones de tipo metafísico y religioso que tiene esta frase, como saben que me apasiona el mundo de la conciencia, la neurociencia y todo lo que la envuelve, esta frase me llevó a plantearme una pregunta: cuando nos enfrentamos a lo sagrado, a lo espiritual, ¿la manera en la que lo hacemos es capaz de moldear este mundo que se encuentra más allá de lo material?. Y si es así, ¿entonces podremos decir que existen varios tipos de mundos espirituales pero con una base común?.

Dentro de las hipótesis de la conciencia, sigue habiendo una especie de “salto mortal” que nos sigue creando problemas: el denominado problema difícil (o duro) de la conciencia: ¿cómo es posible que cada uno de nosotros seamos capaces de tener vivencias realmente diferentes a partir de las mismas entradas sensoriales?, ¿qué hace que una experiencia según se vea sea agradable o desagradable?: imagine que usted y su mejor amigo están viendo un partido de fútbol (pensemos que en directo, porque el verlo a través de la televisión da para otro post): cada uno de ustedes apoya a un equipo: el hecho de que uno gane y otro pierda hace que el mismo partido cree emociones totalmente diferentes en usted y su amigo, ¿cómo es eso posible?.

Sin embargo, hay algo que es común a muchas culturas, y es que la mayoría de ellas tienen una manera muy especial de conectarse con el mundo espiritual, y esa manera es a través de la música. Para ir viendo cada una, empecemos con el mundo hindú, el que para muchos representa quizás la primera unión entre los mundos espiritual y material: me gustaría que por favor, vieran este breve vìdeo sobre una melodía hindú, y la mantengan en su cabeza durante un momento:


Estoy seguro que les habrá producido una sensación de serenidad y de relajación, breve, pero intensa. Parece que hay ciertas notas que hacen que nuestra conciencia inmediatamente desconecte del ruido continuo: es como si nos tomáramos un momento. Pero si me lo permiten, voy a dar un paso más adelante, y vamos a otro mundo espiritual: ahora les pido que escuchen éste:




Sí, lo han acertado, es el cántico gregoriano: de nuevo, es como si se pusiera un paréntesis en el “mundanal ruido”: este tipo de música nos trae de nuevo a un estado de introspección, donde en cierta manera somos capaces de rechazar los estímulos externos. Como vemos, tiene mucho en común con la música hindú cuando nos referimos a su efecto, pero vamos a dar otro paso más: vamos al zikir:


Es una de las ceremonias sufíes más impresionantes: a través de la repetición y de la respiración, los participantes entran en un estado alterado de la conciencia, que de nuevo los separa del mundo material y los lleva a una comunión con Dios (Allah en este caso). Pero aún no hemos acabado: voy a poner si me lo permiten un extracto de una película, que creo que todos conocen, aquí va:


Aunque se trata de una película (¡y qué película!), volvemos a lo mismo: la música ejerce cierto efecto que consiste en aislar a la persona, evitar los estímulos del mundo al que podríamos llamar material para que entre en contacto con la divinidad, o al menos, con ese lado espiritual al que normalmente el flujo de información que constantemente está generando el aparato sensorial impide que se acceda. Y ahora, como no podría ser otro punto, viene el giro sobre la percepción o integración anómala de la información procedentes de los datos sensoriales.


Quizás necesitamos este silencio para poder acceder a ese mundo “espiritual” (por ahora no encuentro otra manera de definirlo), pero puede que ciertas personas tengan la capacidad para poder reconocer dentro del gran flujo de información esa parte que es la que está presente pero que se encuentra oculta por el ruido sensorial material: quizá sea lo que se denomina sensibilidad que para algunos es artística, y para otros es de un tipo más complicado y desconocido, que a veces es difícil de describir para los que no tenemos esa habilidad, de la misma manera que para usted es muy difícil describir el color rojo a un ciego de nacimiento.

Espero no haberle aburrido mucho y que poco a poco vayamos ampliando la complejidad de lo que es en sí la conciencia.



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