El fantasma crononauta

 El fantasma crononauta


Bienvenidos de nuevo:

Siempre que hablamos del problema de la supervivencia de la conciencia, tema ampliamente discutido a lo largo de la historia tanto antigua como reciente, una de las pruebas que se aducen para afirmar esa posibilidad de supervivencia postmortem es la existencia de ciertos fenómenos anómalos (o paranormales, según sea el término que usted precise) que podríamos englobar bajo el epígrafe de fenómenos fantasmales.

Pero si me lo permiten, déjenme introducir el famoso punto distintivo entre fantasma y espectro: el fantasma propiamente dicho (si le podemos llamar así) tiene la capacidad de interactuar con su entorno, respondiendo incluso a estímulos por parte de su entorno, podríamos decir que lo reconoce, y que incluso reconoce a las personas con las que se encuentra e interactúa con ellas.

Por otra parte, los denominados espectros o entidades espectrales parecen que están destinados a repetir una y otra vez ciertas acciones, independientemente de su entorno, de quién las observa: es como ver una película de vídeo en tres dimensiones que se repite una y otra vez, independientemente de si su entorno cambia o no, o de la presencia o no de testigos.

Así nos encontramos con esta gran división inicial; pero existen otras muchas formas de dividir estos curiosos fenómenos: lo que podríamos llamar "taxonomía fantasmal" puede ser abordada de muchas maneras. Podemos abordarla por el hecho de que estemos ante fantasmas de personas fallecidas o no, como son los casos que se describen en el libro que ilustra esta entrada: Fantasmas de los vivos.

Pero hay algo que siempre me ha intrigado con respecto al mundo fantasmal o espectral. Previamente me van a permitir que plante algunos conceptos que me van a permitir desarrollar más adelante el problema. Creo que todos tenemos claro lo que es el tiempo, aunque definirlo se nos hace realmente complicado: el tiempo parece ser una parte esencial del tejido de la realidad (de hecho, podríamos decir que sería la cuarta dimensión), forma parte de nuestra existencia y además la marca de manera definitiva. Mientras estamos vivos, el tiempo es el que gobierna nuestras acciones, nuestros pensamientos, y lo hace de una manera inexorable y, por ahora, en un sólo sentido. Pero cuando dejamos de existir, ¿qué ocurre con el tiempo?.

Si atendemos a lo que se asume que ocurre, es que el tiempo como tal deja de existir, o al menos deja de existir en el sentido que conocemos cuando estamos vivos. Una de las metáforas que más me gusta sobre el sentido del tiempo es la que dice que cuando estamos vivos somos como viajeros en un río, en el nos dejamos llevar por la corriente. Cuando dejamos de existir, salimos del río y nos elevamos, pudiendo ver la totalidad del recorrido del río y aunque nos podemos desplazar por su superficie, ya no podemos nadar en él.


Y es precisamente ahora donde me gustaría ahondar en el problema que actualmente me tiene rondando la cabeza: volvamos al universo fantasmal; una característica de éste es que lo que conocemos como "fantasma" siempre es alguien del pasado, como mucho del presente en el caso de los famosos "fantasmas de los vivos". Pero, si ese lugar al que se dirigen nuestras conciencias (o almas, o espíritus, según tenga usted unas creencias u otras) es un "ubi tempus non est" (es decir, no tiene tiempo, perdón por el latinajo), ¿por qué nunca vemos fantasmas del futuro?, ¿o puede que sí los veamos?.

Creo que se habrá sorprendido con la última afirmación, y ahora es cuando comenzamos con la parte más especulativa de esta entrada (ya de por sí muy arriesgada): y ya entramos de lleno con la percepción y nuestra capacidad para reconocer lo que conocemos: puede que lo que veamos con respecto a esos extraños sucesos donde los testigos afirman encontrarse con extrañas criaturas que creen que vienen del espacio cuando no de otra dimensión, no sean más que fantasmas de personas, pero en este caso, fantasmas del futuro. Imagine sólo por un momento qué cara pondría un caballero medieval si viera de pronto alguno de esos "aviones fantasmas" que dicen que a veces se ven en el cielo de Inglaterra: ¿no le parecería una nave de otro mundo?.

Así que aquí va mi idea: puede que lo que pensamos que son OVNIs (por ejemplo) no sean más que eso, fantasmas del futuro, y esa capacidad de mutación del fenómeno, su adaptación, se deba a que en su origen, en la realidad donde se originaron, en la parte de ese río, de la misma manera que los aviones de ahora nada tienen que ver con los de hace 80 años, puede que estemos asistiendo simplemente a la aparición de diferentes "espectros" o "fantasmas" pero no de personas o sucesos que pasaron, sino de los que van a pasar: puede que sean realmente viajeros en el tiempo, pero para poder realizar ese viaje temporal (en este caso al pasado), han tenido que renunciar al bien que siempre se ha dicho que es el más preciado, su vida (temporal).

Espero que les deje pensando y hasta la próxima.

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